Iniciamos aquí­ una nueva categorí­a con los enigmas de la Historia. Enigma: «¿Por qué Aní­bal no tomó Roma tras la victoria de Cannas?»

En el año 216 a.C. Aní­bal se enfrenta en Cannas a ocho legiones romanas, caballerí­a y tropas auxiliares (compuestas de aliados), en total más de 80.000 hombres. Por otro lado, Aní­bal ofrecí­a unos 40.000 hombres (iberos, libios, galos y cartagineses) y 6.000 jinetes (númidas en su mayorí­a). La superioridad numérica de los romanos hací­a presagiar el fin de Aní­bal en la pení­nsula Itálica, pero el resultado de la batalla (que contaremos en una nueva sección «Grandes Batallas») fue la masacre del ejército romano. Más de 50.000 bajas por parte romana y unas 6.000 por parte cartaginesa.

El panorama que se presenta para Roma es desolador. El mayor ejército reclutado por Roma ha sido derrotado. Aní­bal puede llegar hasta la propia ciudad de Roma. Pero aquí­ comienza el enigma, Aní­bal decide no tomar Roma y acuartelarse en el Sur, incluso Mahárbal (uno de sus lugartenientes al mando de la caballerí­a númida) llego a decirle «Aní­bal sabes vencer, pero no sabes sacar provecho de tus victorias».

Nunca sabremos la verdadera razón de por qué no marchó hacia Roma, aquí­ os dejamos diversas razones (cada uno que saque sus conclusiones):

  1. Aún siendo derrotada, Roma todaví­a mantení­a muchos aliados.
  2. Podí­a reclutar rápidamente nuevas legiones (por ejemplo bajando la edad de reclutamiento, normalmente de los 16 a 40 años)
  3. Roma era una ciudad perfectamente amurallada y Aní­bal no disponí­a de recursos para construir armas de asedio ni mantener un largo asedio con las tropas que le quedaban.
  4. Esperaba que los aliados de Roma se rebelaran y se unieran a su causa, dejando a Roma huérfana de apoyo exterior.
  5. Ofreció a Roma la Paz pero se rechazó. Roma rendida a los pies de Aní­bal hubiese sido la victoria perfecta (cumpliendo así la promesa hecha a su padre Amí­lcar, «odio eterno a Roma»)
  6. La falta de apoyo -envío de más tropas- por parte de Cartago (controla el Senado cartaginés el gran enemigo de Aní­bal, Hannon «el Grande»)

¿Acertó o se equivocó el mejor estratega de todos los tiempos?